Bien, suponiendo que exista la novela posmoderna, lo cual ya es mucho suponer, podríamos decir que Las Teorías Salvajes se inscribe en esta tradición (¿tradición?, no, mejor corriente). Sí y no a todo.
Recapitulemos: desde sus orígenes, la novela es un género experimental, un género en el que ha cabido de todo, desde la poesía, metarrelatos, filosofía, sentimentalismo, basura, teoría, sociología, panfleto, palabras, insultos. La novela es un género de experimentación desde su orígen, por eso, el error, no, más bien, el paradigma de novela decimonónica debería ser la excepción. Sobre todo si hablamos de la novela como un arte y si tenemos en cuenta que la mayoría de novelas que se escriben son basura y en la única tradición en la que se inscriben es en la clásica de vender libros como churros para llenar las bibliotecas de aquellos que leen mucho pero que no leen nada. Las anécdotas se pueden resumir en dos minutos, por lo general. Y a menos que sea la primera vez que se cuentan, o que se haga de una forma realmente nueva, si esto ya es posible, poco importa.
La forma, la forma.
Cosas que los nietos deberían saber, de Mark Oliver Everett, es un libro entretenido. Aunque no sea una novela, es un una autobiografía, de hecho, sirve para ejemplificar esto. Es un libro entretenido y su valor radica en contar una biografía, la propia, desde una perspectiva nada conmiserativa. La vida de Mr. E no es graciosa, pero te hace reír. Nos hace atravesar su patética juventud, la muerte de su padre, de su madre, de su hermana, de su bajista y, aún así, eres capaz de reírte con este libro. No se realza como una estrella del rock, no es Pomelo ni intenta serlo.
Así, en un recorrido por sus canciones y por su vida, se dibuja ligeramente su personalidad, sus peripecias y se suscita el interés más por la música que por el músico. Por eso este libro es interesante, a pesar de no estar maravillosamente escrito. Por eso no sobrevivirá, pero resulta un producto interesante. Por cierto, mención aparte para Blackie Books, una pequeña editorial en alza que está haciendo las cosas realmente bien.
Perdón por la frialdad; una canción.
Con Las Teorías salvajes sucede otra cosa. Otra cosa muy distinta.
Pola Oloixarac, en su primera novela, intenta revolucionar el género de las revoluciones, lo cual es lo que hay que hacer. Pura hipocresía la de quienes hablan de que la novela volverá a lo de siempre, a lo de contar una buena historia. No son ingenuos, son viejos.
LTS se presenta como caleidoscopio de recursos teóricos que articulan las distintas historias, que las ilustran, que las diluyen. Se enredan con los distintos temas: la estrategia militar de la conquista, la hipocresía de la izquierda establecida en Argentina, la ingenuidad de los amantes montoneros (revolucionarios peronistas, aprox.), la pedantería refinada y rebajada de los universitarios, las nuevas tecnologías (documentales on-line, trucos para hackear Google Earth, juegos de guerra en la red...).
El libro resulta a ratos exagerado, barroco. Es su principal caracteríastica que oscila entre la virtud y el pecado, en términos judeo-cristianos. También la estructura resulta compleja. Domina la narración de K o Kamtchowsky, la protagonista, una estudiante de la UBA que, mediante las mentadas estrategias bélicas, intenta acercarse a Augusto García Roxler para corregir su Teoría de las transmisiones yoicas, que es la principal del libro. También entra en juego otro personaje, Pabst, su pareja, un nerd tremendamente pedante y acomplejado lleno de encantador resentimiento que se refleja en la otra pareja-espejo, Mara y Andy, con quienes desarrollarán sus actividades erótico festivas, intelectuales y terroristas.
Me arrastré un poco para llegar hasta el final, pero es innegable la fuerza de Pola como escritora. Tiene algo importante, una prosa con personalidad, estilo. Además, una inteligencia demoledora que puede dejar atrás a muchos lectores que pretendan abarcar el total de la obra, lo cual ni es recomendable ni necesario. Su naturaleza es caótica y que así permanezca.
3 comentarios:
Camarada Belanov,
en primer lugar, grande la crítica; me ha convencido de que debo leer a Pola O. Pero, centrándome en La Cuestión posmodernista -el mayor mal que aflige a Occidente desde la cuestión judía-, ¿no hace ya 31 años que Italo Calvino publicó "Si una noche de invierno un viajero..."? Es hora de cambiar de tercio, sí; la pregunta de un no lector es, ¿logra Pola O. realmente la revolucioncilla que se propone?
Gracias,
La respuesta, querido poeta uruguayo, es que sí, en el momento que vuelve a exigir al lector un nuevo tipo de mirada. Tal vez sea exagerar, pero la novela crea un tipo de lector, abre una vía diferente. Pero es probable (no exageremos sobre mis conocimientos literarios) que sea una vía que ya estaba abierta, aunque en cualquier caso, lo que hace Pola es renovarla, cambiar el adoquín por cemento, el cable telefónico por la fibra óptica, la mantequilla por la margarina.
Lo que me interesa saber es si habrá epígonos/as de la srta. Pero valoremos una cosa: ya hay cierto valor en lo hecho si es capaz de generar epígonos, lo cual dado el nivel intelectual del libro y su estructura, aseguro que no es fácil.
Le recomiendo que la lea y juzque usted mismo. Y recuerde que también tiene pecados, la novela.
Otra lectura apuntada para este verano, pues.
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