viernes, 14 de mayo de 2010

Una casa para siempre

La infección en la garganta, el estado embotado de la mente por culpa de distontos medicamentos y una respiración deficiente provocan que así escriba. Igual no lo notan, pero yo estoy balanceando mi cabeza, ligeramente. O eso siento.

Una casa para siempre es una novela del 88, viejita, pero querida. No como las abuelas, viejitas y molestas. Esta novela no deja la dentadura en un vaso de agua, esta novela se parece más a un viejo loco en un geriátrico, pero sin babas, sin mirarte la joven carne.

Una casa para siempre: su articulación es curiosa. Está entre la novela y el libro de relatos, aunque parece acercarse más al segundo, tiene una continuidad con el protagonista, siempre el mismo, el ventrílocuo, el niño, el hijo, el viejo... Las historias narradas, sin embargo, están inconexas, al margen del protagonista. Resuenan ecos de París no se acaba nunca con el personaje drogado que es recibido por Marguerite Duras, de la vida de Rimbaud... Además, fiel al estilo borgeano, se entremezclan distintos planos de realidad en los relatos en juegos ficcionales de autores de autores y falsas historias con un gran despliegue humorístico e irónico que suele enmascarar lo trágico, o puede que la ironía sea otra cara de la tragedia que escribe Vila-Matas sobre un ventrílocuo que, moviéndose por distintos espacios, busca perder su voz característica hasta llegar a las últimas líneas del libro:

Mi padre, que en otros tiempos había creído en tantas y tantas cosas para acabar desconfiando de todas ellas, me dejaba una única y definitiva fe: la de creer en una ficción que se sabe como ficción, saber que no existe nada más  que la exquisita verdad consiste en ser consciente de que se trata de una ficción y, sabiéndolo, creer en ella.

2 comentarios:

Cucaracha homicida dijo...

Y mientras, nosotros enterrábamos la sardina en el cine que tiene nombre de pollo gigante volador. La peli, por cierto, un poco lenta. Nos hicieron algun comentario hiriente (como se nota que no venís aquí...) y dos abuelos que teníamos detrás se durmieron "sonoramente".

Mejórese, negro, y procure no joder con la ficción si está de fiebre.

Fernando Waroto dijo...

Es extraño, despertaba de un sueño donde dios era esa especie de parlante plástico y otro era el que manipulaba magistralmente tras de el. Me levanté y no le tome importancia, tome los medicamentos que había olvidado por el cansancio de estas, me había quedado dormido, abrí el nuevo libro que adquirí de este autor Chet Baker piensa en su arte. Aun no estaba convencido de iniciar o no con el libro, lo inicie. Empieza con el relato una casa para siempre y asi, todo circular, todo reptil, todo literatura observandonos la espalda.