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sábado, 12 de junio de 2010
Caminaba hacia mi trabajo cuando escuché lo que un tío, aproximadamente de mi edad, le contaba a su amiga. No recuerdo las palabras exactas pero le decía algo así como que quería irse a Madrid para empezar de cero. Citaba a Rimbaud cuando decía: ¡Dejémoslo todo, si en algo apreciamos nuestra vida! Parecía escritor, oí que quería que lo publicaran. Otro más, pensé con un poco de pena. Seguramente le tocará encontrar algún departamento cochambroso en las afueras de la ciudad o, con menos suerte, lo timarán y se meterá en algún cuartucho de mala muerte en un barrio donde le darán la bienvenida. Después, tendría que encontrar trabajo, seguramente eventual, como camarero o dependiente en algún McDonald's o en un burger. Así empezaría a oler a frito a diario, a llenarse de comida basura y, en un parpadeo, se encontraría solo en una ciudad desconocida, pobre y gordo. Sus lecturas ya no le servirían de nada, no se encontraría a él mismo en los libros que siempre había leído. Entonces Fitzgerald le parecería un snob intragable, Zweig un viejo reaccionario y acomodado y querría matar a Vargas Llosa. Entonces tendría poca ropa y comenzaría a utilizar un par de camisetas viejas y oscuras y unos pantalones elásticos que ya le ajustarían demasiado. Entonces la depresión lo abordaría lentamente y, lentamente, dejaría de escribir. Sus manuscritos, una vez releídos, le parecerían excesivamente pretenciosos, le asquearía profundamente el tipo de narrador o poeta en que se había convertido y jamás tendría motivos para presentarse en una editorial. No terminaría suicidándose, desde luego, pero habría fracasado y tendría que volver, buscar un nuevo trabajo, reacomodarse en la casa materna y, una tarde, de camino a su trabajo, se habría encontrado, tal vez, con otro aspirante a escritor que le contaba sus deseos de marcharse a Madrid a su mejor amiga, para empezar de nuevo, diría, y, pasando de largo, se compadecería silenciosamente de él.
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1 comentario:
Circular, cuadrao, con muchas referencias que no chirrían para tan poco texto. Me gusta el juego con la primera y tercera persona. Como complemente añadido, yo tb odio a Vargas Llosa, aunque afortunadamente todavía no trabajo en un macmierda.
muá!
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