Últimamente se escucha mucho a Vila-Matas hablar del papel del lector. Afirma que hay veces en las que el autor no cumple con las expectativas del lector, lo defrauda, pero también es cierto que para ciertas obras el autor "necesita" a un buen lector, un buen alumno que no le falle al maestro, por decirlo de una forma sencilla. Que sepa leer lo que le ponen.
En este caso, ¡perdóname padre porque he pecado!
No he sido el buen alumno que se espera, el dios de la literatura me castigará.
Dublinesca:
Un editor retirado, Samuel Riba, en eterno conflicto con sus padres, en una crisis matrimonial en la que participan el alcoholismo de él y el reciente giro al budismo de ella, marcado por un constante complejo de inferioridad y una tendencia (muy vila-matiana) a percibir la realidad como si de literatura se tratase, decide largarse a Dublín para celebar el Bloomsday y, además del homenaje al Ulysses de Joyce, celebrar, también, la muerte de la imprenta, el entierro de Gutemberg, ya que se da la beinvenida al mundo digital.
Como en un buen libro es de esperar, la anécdota no es lo más importante. Dublinesca está cargada de personajes misteriosos que aparecen y desaparecen constantemente, es una novela plagada de fantasmas, referencias (Joyce, Vilém Vók, Beckett y Cronemberg principalmente) que resultan un tanto desperdiciadas para un lector que desconozca a estos. Es una lectura que exige trabajo, conocimiento y que, asimismo, desprende una erudición que en este caso está más alejada de la sutileza utilizada por Borges y es más abiertamente cultista y metaliteraria.
Mis intentos por afrontar Ulysses y mi total desconocimiento de Beckett y Vók, entre otros, hace que el lector se sienta defraudado con el autor hasta que se da cuenta de que el que ha fallado ha sido él.
En cualquier caso, mi primera y ya madurada impresión, es que no es el mejor libro de EVM, es algo así como una obra menor para altos lectores, aunque tengo bastante cariño por este tipo de cosas, son libros que hacen sumergirse, preguntarse y releer.
Espero volver sobre ella, aunque me temo que mi impresión no coincida con la mayoría que tanto lo ha alabado. Yo me daré una segunda oportunidad.
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