viernes, 1 de mayo de 2009

En el camino (On the road)



 Es difícil hacer una lectura de una novela con la etiqueta (siempre las etiquetas) de mítica. Teniendo en cuenta que fue escrita en el 51, esto resulta todavía más contingente. Aún así me pregunto, ¿es mítica como obra literaria, por renovadora, provocadora, iluminada, desesperada, frenética? ¿o tal vez es mítica por idolatría juvenil a Kerouac, por ser uno de los personajes más reconocidos de la generación Beat, por ser un libro que por algún motivo captó a miles de lectores? ¿Nada de esto? Ya veremos.

 

El lienzo donde se traza toda la novela es América. Se trata de Estados Unidos y México finalmente, pero así figura en la novela: América. Un largo recorrido de este a oeste, de oeste a este, de este a oeste otra vez (varias vueltas, algún descanso) y finalmente el Sur. El gran México, que hace las veces de tierra prometida y de puerta trasera de Estados Unidos como decía Guadalupe Ochoa. Las aventuras, los robos, el autostop, las mujeres, la juventud, el jazz y la carretera marcan el ritmo de la obra, un ritmo generalmente veloz, a veces más meditativo, patético e incluso tierno. Siempre claro y siempre al aire libre (o como mucho cubierto por el fino techo de los coches).

 

El tema principal corre paralelo a Dean Moriarty. Tenemos a Sal Paradise, alter ego de Kerouac, y a Dean Moriarty. Sus constantes viajes, su locura, su melancolía y su éxtasis son el raíl por el que nos hace correr desde el principio consiguiendo que el viento y los bichos de la carretera nos hagan llorar los ojos. De hecho, Dean opaca con su inmensa vitalidad al narrador (que no tengo tan claro que sea el protagonista principal). Es un personaje totalmente brillante, loco. Como dice Keroauc: “ un santo y un estúpido” que va robando coches, hablando, gritando, corriendo, imaginando, deseando, abandonando y volviendo constantemente a sus mujeres. Está también marcado por las drogas, aunque esto contribuye al personaje, no lo hace.

La cámara corre, corre locamente: pasa por Nueva York, se va hasta Nueva Orleáns, se mete en el oeste profundo y redneck , vuelve, vuelve a salir corriendo. El resto de los personajes están apenas trazados. Se pasa por ellos fugazmente, exceptuando a Marylou, Camille y Remi Boncoeur, a quienes llegamos a mirar a los ojos y a conocer un poco más allá de sus impulsos.

 

Sobre el estilo, la mayoría ya está dicho. Se habla de esta obra como paradigma de la prosa espontánea y se le compara con Parker, aunque veo mucho más a Los Subterráneos como ejemplo de este estilo. Esta última no es tan veloz, pero desde luego está mucho más cercano al estilo interpretativo del bop, enrevesado, con idas y vueltas y volando por encima de los acordes (del párrafo en este caso). En cualquier caso, es adictivo y veloz, te despeina y tiene algunos destellos poéticos magníficos: la melancolía, la huída, el bop, el hambre de vida, la voracidad.

 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tenía la extraña y casi consabida impresión de que hoy escribirías...no he errado por lo visto. Y en cierta forma Keroauc tiene razón: siempre se esta en el camino...así uno se quede varado. Y al vararte el camino no se detiene...es que te pinchaste pendejo!!!! o que le echaste aceite en vez de gasolina, por tacaño jejeje
Sigue así...no nos podemos varar!
Salud!!

Att: yo

Psdt: http://www.scribd.com/doc/8983165/Cioran-e-m-El-Aciago-Demiurgo
ahí encontré una bobadita jejeje.

Sr. H.M. dijo...

El problema de Jack es que se la pegó muy pronto. Andy Chango lo dijo: conduce con cuidado y más si bebes. Kerouac se estrelló contra su hígado.

Es necesario pararse a repostar.
Si fumas, cuidado con la gasolina, nene.